Estudio publicado en "JAMA Pediatrics"

La clase social influye en el riesgo de obesidad

Las diferencias de clase entre obesos y no obesos han crecido en las últimas dos décadas y la preocupación por esta enfermedad hace que abunde la investigación en este campo

La obesidad no sólo cambia el cuerpo, también es la responsable de la infertilidad y algunos cánceres

personas obesas
La prevalencia de la obesidad benigna en EEUU ha aumentado en el país en las dos últimas décadas.

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En la revista oficial de la Asociación Médica Americana dedicada a la salud en el campo de la pediatría, JAMA Pediatrics, un equipo de investigadores publica nuevos hallazgos sobre el impacto de la clase social en el riesgo de desarrollar obesidad. Ese riesgo ha estado creciendo durante dos décadas. El trabajo analizaba población de jóvenes que viven en Estados Unidos.

Los autores estudiaron las tendencias en términos de obesidad entre los jóvenes del país y contrastaron su relación con su nivel socioeconómico entre los años 1999 y 2018. En su estudio, partían de la observación de que “la obesidad entre los adolescentes norteamericanos es un problema de salud pública, ya que esta condición es un factor de riesgo cardiovascular. La relación entre obesidad y bajo nivel socioeconómico (al que se refieren por las siglas SES) se observó en un análisis publicado en 2021 sobre los casos de esta enfermedad en la población adulta. Sin embargo, no se había estudiado el fenómeno a fondo entre los jóvenes desde la publicación de un trabajo que se había dado a conocer en 2008, de modo que el equipo de investigación se propuso actualizar los datos.

Evaluaron la presencia de obesidad en dos décadas y luego asignaron cada caso a un grupo socioeconómico en función de los ingresos anuales y el nivel de educación del cabeza de familia. Obtuvieron datos de los sondeos nacionales sobre salud -conocidos por las siglas NHANES- y pidieron el consentimiento informado a los mayores de 18 años o a los tutores de los participantes que no habían cumplido esa edad.

Percentil superior a 95

La obesidad en adolescentes de edades comprendidas entre 10 y 19 años se definió para este estudio como un índice de masa corporal igual o superior al percentil 95 según las tablas de crecimiento diseñadas por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Se incluyeron, además de los ingresos familiares y los estudios del cabeza de familia, datos sobre raza y etnia por su posible impacto en el riesgo de obesidad.

De los 21.296 jóvenes incluidos en el estudio, los que vivían en casas con menores ingresos eran más propensos a desarrollar obesidad. Su porcentaje de riesgo oscilaba entre el 21% y el 22%, un 9% más elevado que el de otros grupos en función de la educación y un 4% mayor en función de los ingresos. Esa tendencia, con un riesgo mayor que el de la población general, iba aumentando desde los primeros datos (los de 1999) hasta los de dos décadas después.

Mirando los resultados, los autores sugieren que las diferencias socioeconómicas entre unos grupos de adolescentes y otros determinan también desigualdad en cuanto al riesgo de desarrollar obesidad, que es mayor para los jóvenes de grupos menos favorecidos, en una situación económica más precaria o que viven con tutores con un nivel de educación menor. Los datos, constatados entre los años 1999 y 2018, muestran además que el riesgo va a aumentando con esa diferencia a lo largo del tiempo, «lo que indica que las disparidades socioeconómicas en la obesidad se han ido haciendo mayores a lo largo de las dos últimas décadas», según escriben en las conclusiones de su trabajo.

Consecuencias en la edad adulta

Además, recuerdan que padecer obesidad durante esta etapa de la vida, la adolescencia, tiene consecuencias directas en la salud durante la vida adulta, y que esas consecuencias se dejan sentir a largo plazo. “Como consecuencia, el hecho de que los adolescentes que viven en peores entornos socioeconómicos puede a su vez exacerbar las diferencias en cuanto al riesgo de padecer enfermedades crónicas en la vida adulta”, advierten.

Como algunas limitaciones de su estudio, matizan que puede haber factores que no se han tenido en cuenta y que han podido distorsionar sus conclusiones, ya que algunos datos se obtuvieron en función de lo que los propios participantes declaraban.

Por eso, recomiendan que en el futuro, cuando se analice la cuestión en otros trabajos de investigación, se tengan en cuenta datos objetivos y, además, se incluyan recomendaciones sobre estrategias eficaces para reducir las diferencias sociales en la obesidad, así como una evaluación de sus consecuencias a largo plazo.

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